Me llama la atención que las palabras pierdan su significado, o mejor dicho, que les cambiemos el significado con tanta impunidad. Los eufemismos están a la orden del día y la publicidad es uno de los ramos con más tendencia a adoptarlos o, en su defecto, a inventarlos. Quizás sólo los políticos sepan más de eufemismos que los publicistas.
Estamos en la era del low cost. Empezamos cambiando los vuelos baratos por vuelos low cost. Y de un tiempo a esta parte, los gimnasios son low cost, las compañías son low cost, los precios son low cost...
Hoy "barato" suena mal. Nadie quiere unos zapatos baratos, pero ¿quién dice no a un par de zapatos low cost? Un piso de 30 metros cuadrados hasta hace nada era una mierda de piso. Y ahora, te lo venden como un apartamento low cost, y sigue siendo una mierda, pero parece que la mierda, si es low cost, huele mejor.
Y lo brutal de esta tendencia es que el low cost sólo es la punta del iceberg. Los políticos se llenan la boca de eufemismos baratos. Son especialistas en hablarnos de reordenamientos urbanos, de recesiones aceleradas, crecimientos negativos o de ajustes salariales. Cuanto más difícil sea de entender, mejor. Y así nos va...
viernes
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1 comentarios:
¡Pues qué razón tienes!
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