martes

Sobre la fidelización.

Nadie empieza a correr antes de aprender a andar. Y por la misma regla de tres, nadie confiará en una marca si no tiene buenas referencias de ella. Por eso el posicionamiento de un producto y el tono de su comunicación son tan importantes.

Pero "caer bien" no es suficiente. En publicidad se trata de persuadir al consumidor y eso supone un esfuerzo de comunicación que debe tener una respuesta positiva por parte del target. Y no sólo conseguir la respuesta una vez, sino que esa respuesta positiva se repita. Alcanzar este objetivo es la base de la fidelización.

Pero vayamos por partes... A menudo nos llenamos la boca con planes de fidelización, CRMs y estrategias que persiguen objetivos rimbombantes y olvidamos el abc de la fidelización.

Si Eva le hubiese dicho a Adán que tenía que comerse todas las manzanas del jardín del Edén ahora no existiría el pecado original. Adán le habría contestado que no tenía tanta hambre y que una cosa es comer una fruta prohibida, que tiene su emoción, y otra muy distinta comerse toda la prohibición de golpe. ¡Vaya empacho!

Por tanto: el primer esfuerzo que le pidamos al consumidor debe ser menor que el segundo, el segundo menor que el tercero y así sucesivamente.

Dicho en otras palabras, si le pido a un desconocido que me preste un euro siempre tendré más oportunidades de éxito que si le pido cien. Y además, si me presta dinero una vez es mucho más probable que me lo vuelva a prestar.

¿Significa que con este sencillo detalle ya tenemos la fórmula para fidelizar? No, en absoluto.

Cuando iba al cine con mi mejor amigo siempre teníamos un momento de crisis. A él le encantaban las películas de terror y a mí, simplemente, me aterrorizaban.

Esta es sólo una prueba más de que todos los consumidores son diferentes. ¿De Perogrullo, no? Pues acordémonos de eso cuando nos dé por regalar a todo el mundo un mismo gadget promocional. Simplificar nunca puede significar homogeneizar y ese es el reto: encontrar motivaciones universales para públicos distintos.

Por último, no usemos una zanahoria para clavar un cuadro en la pared ni un martillo para alimentar a un conejo. El plan de fidelización, bien implementado, es una herramienta adecuada para fidelizar, pero no es la piedra angular de cualquier acción de marketing. De acuerdo, todos sabemos que un cliente fiel es más rentable que uno nuevo y que además es mucho más barato mantener a un cliente que conseguir uno nuevo. Pero eso no significa que todos nuestros esfuerzos se dirijan en esta dirección.

2 comentarios:

Mar-ia dijo...

Fidelización ¿bonita relación?

Supongo que la fidelización es un convencimiento de que no te interesa nada más, estás bien y no hay nada más allá.
Supongo que más que concentrarme en la fidelización, me centraría en la seducción. (Más que nada porque la segunda palabra me gusta mucho más que la primera).
Y lo bueno que tiene esto de la publicidad es que la fidelidad es del consumidor hacia el producto y no hay celos de por medio, así que: ¡producto, sigue seduciendo! que así seguro que mantienes al fiel y conquistas a algunos nuevos (o no).

Martín dijo...

¿Al producto o a la marca?