lunes

La publicidad nos importa a muchos.

No sé si viajas mucho. Pero si te has acercado a un aeropuerto en los últimos años te habrás dado cuenta de que los controles son bastante exigentes y que la legislación es mucho más restrictiva de lo que correspondería a la gran mayoría de la población mundial. Con la psicosis de los atentados se aprobaron una serie de medidas que a mí me parecen exageradas. Vivimos en una sociedad que nos vende la idea de que todo está bajo control, que si haces todo lo que se te pide no pasará nada malo. Pero eso no es más que una falsedad intervencionista.

Estados Unidos es la punta de lanza de esta política del miedo. Cierra tu puerta con llave y contrata un sistema de seguridad, si ves a alguien sospechoso, dispara primero y pregunta después y por supuesto, si viajas en avión no pretendas subir un frasco de colonia a bordo.

En publicidad, se han cometido muchos atentados. Hubo un tiempo en el que para vender valía todo. Hasta el punto en que anunciantes, agencias y medios tuvieron la sensatez de crear un organismo que vela porque la publicidad sea veraz, legal, honesta y leal. Autocontrol, que así se llama, no permitiría jamás que se anuncie un coche con un conductor borracho, o que en un titular se insultase a una mujer, por ejemplo. Totalmente lógico, faltaría más.

Pero como en todas las cosas, con el tiempo aparecen vicios y decisiones que poco tienen que ver con el sentido común. A mi juicio, que conste que es una opinión particular, los anunciantes dejan la decisión de lo que es lícito a la agencia de publicidad, la agencia ya no busca que sus anuncios sean veraces, honestos... sino que pasen el control de Autocontrol y los medios, están tan preocupados por tener ingresos publicitarios que todo les parece maravilloso.

Como consecuencia, se dan casos tan rocambolescos como que un anuncio pueda quedarse fuera por una ridiculez y que en cambio se vendan coches que contaminan como si fuesen ecológicos.

O sea, yo no digo que no paren a alguien que quiera subirse a un avión con una bomba debajo del brazo, pero tampoco me parece justo no poder volar con armas tan peligrosas como un cortauñas. Volvamos al espíritu de las leyes, por favor.

PD: ¿Alguien sabe donde van a parar todas las cosas que requisan en los controles de los aeropuertos? No quiero ser mal pensado, pero tal como va la cosa...

jueves

Te voy a sacar los colores.

No hace mucho oí decir a alguien que sólo existen cuatro colores: verde, rojo, amarillo y azul (los del parchís de toda la vida) y que todos los demás los inventaron las mujeres. Con esto no quiero entrar en debates sexistas, pero convendrás conmigo en que al menos es gracioso el planteamiento.

Evidentemente los colores están presentes en muchas de nuestras actividades diarias. ¡Que se lo digan a los diseñadores! Para que, profesional o amateur, puedas presumir de agudeza cromática, te dejo este sencillo test. Pase lo que pase, recuerda: para gustos, colores.

miércoles

Decíamos ayer...

Después de muchos días de ausencia, hoy vuelvo a Jauhow con los bolsillos llenos de divagaciones. En este tiempo han pasado muchas cosas, no es que el mundo de la comunicación se haya detenido de repente. No creo que pueda ni siquiera frenar. El que se ha parado he sido yo. A consciencia y sin remordimientos. Las vacaciones tienen la habilidad de relativizar mis absolutos de todos los días. Las horas dejan de ser metas a las que llegar. Madrugar es una opción, no una condición sine qua non para aprovechar el día. Las prisas son, simplemente, una tontería. Y etcétera, etcétera.

La primera semana de trabajo es ideal para descubrir por qué uno se dedica a lo que se dedica. Yo me alegro mucho de ser publicista. Y sobre todo, me encanta no haberme dedicado a la medicina. ¿Que por qué? No es que no esté conforme con el sueldo de un cirujano y no me sentiría incómodo lavándome las manos como si fuera un activista de la liga antigérmenes. Incluso me haría cierta ilusión que la gente me llamase doctor. Pero luego, pensándolo mejor, digo yo...

Imagínate que llegas de vacaciones y tienes que operar a corazón abierto. Para eso no estoy preparado. Con lo que me costó arrancar el primer día, imagínate tener una vida en tus manos. Por eso me río de todos los publicistas que se estresan. Que sí, que de acuerdo, todos tenemos derecho a pasarlo mal. Pero por favor, un poco de perspectiva. Si haces mal un anuncio, siendo muy pesimistas, venderás unos cuantos yogures menos o perderás la oportunidad de fidelizar a unos pocos consumidores. Nada grave si se compara con el pitido agudo de un encefalograma plano. Vaya que, un lunes por la mañana, siempre es mejor un marrón que un muerto.

A otra cosa. No sé si te has enterado de que el mundo ha estado a punto de explotar hace unos días. El Nostradamus de turno anunció que con el experimento del acelerador de partículas de Londres nos íbamos todos a tomar por algún agujero negro. Pero de momento, gracias a dios, al big bang o a quien corresponda, no ha pasado nada reseñable. ¿Te has fijado lo ingrato que es el papel de "predictor" del fin del mundo? Nunca aciertan y el día que acierten ni siquiera les quedará el consuelo de vacilarnos con el típico "¿te lo dije o no te lo dije?". Qué contento estoy de ser publicista...

También se me ha ocurrido pensar en la crisis. Bueno, a decir verdad, no hay manera de pasar por alto algo que te repiten a todas horas por la tele, en la radio o en el ascensor. La crisis es como un reality cualquiera. Es lo peor, nadie lo ve, pero está ahí todos los días y todo el mundo lo comenta. Y ya que estamos en el tema... ¿Alguien sabe qué es un barril de Brent? ¿Has visto alguno últimamente? Yo tampoco.

Me quedan algunos temas en el tintero, pero por hoy basta ya de tonterías. Para terminar este post, quiero agradecerte que sigas aquí, leyendo a alguien lo suficientemente impresentable como para dejar de escribir tantos días y volver sin pedir perdón ni dar excusas. Quizás un "estoy muy liado y no tengo tiempo" habría sido suficiente para encontrar un poco de comprensión en mi público, pero vista la mala fama que tenemos los publicistas de por sí, no voy a ser yo quien eleve la talla moral de esta profesión. Prometo no tardar tanto en volver a teclear algo por estos lares (al fin y al cabo, nadie espera que un publicista cumpla sus promesas).

lunes

Sobre la frustración y las pelotas de ping pong. Ya tenemos ganadores.

Es típico del trabajo en una agencia de publicidad. Hay una fecha límite (un 15 de agosto, por ejemplo). Te esfuerzas por presentar una idea creativa (para sacar una pelota de ping pong de un tubo, por ejemplo). A pesar de todos los inconvenientes, obstáculos e imprevistos, presentas dentro de plazo. Y entonces... el silencio. El cliente parece haberse ido de vacaciones y te deja tirado (esperando que se publique el nombre de la mejor idea, por ejemplo).

Es una de las primeras lecciones que se aprende trabajando en esto. Tú debes valorar tu trabajo por encima de lo que digan, piensen o aprueben los demás. No existe una buena idea que no pueda ser defenestrada por un cliente o un jefe de departamento. Ante eso no hay nada que hacer. Puedes llorar o abandonar. Si nadie es capaz de arrebatarte las ganas de seguir intentándolo, tienes madera de creativo.

Pero cuidado, porque por la misma regla de tres, cualquier mala idea puede ser alabada por un cliente y ensalzada por un jefe de departamento. Procura ser más exigente que cualquier otra persona, sé crítico como el que más con tus ideas. Si eres capaz de valorar tu propio trabajo sin piedad, tienes madera de creativo.

Dicho esto, aquí concluye el concurso del tubo y la pelota de ping pong. A los que os consideréis ganadores, felicidades. A todos los demás, muchas gracias por participar.